Como digo, Cáritas lanzaba el otro día la
noticia de que el año pasado atendió de urgencia a casi 800.000 personas (casi un 2% de la población del país). Con esto queda demostrado dos cosas, la primera es que la crisis es un hecho, y un hecho dramático, un 2% de la población pidiendo para poder comer (sólo en cáritas) es muy preocupante. La segunda, de la cual también se han hecho eco algunos medios de comunicación, es que Cáritas tiene cada vez más socios y aportaciones individuales, es decir, aun ha quedado algo de humanidad después de una época de deshumanización como la que hemos tenido. Pero no es esto lo que me ha llevado a escribir este post.
Quizás ahora que hay tanta gente que está pasando
verdadera necesidad, el resto de personas hayamos empezado a comprender que es eso de la necesidad, o al menos reflexionemos sobre el tema. Conozco gente que se compra ropa todos los fines de semana, y a eso lo llama necesidad; otros se cambian de coche cada año o dos años, y eso también es necesidad; hay otros, o los mismos, que van a Ikea y casi todo lo que ven ahí lo ven necesario; hay quienes ven necesario cambiarse de móvil cada seis meses, tener un mp4 e incluso un ipad o un miniportatil; otras personas ven necesario tener una casa en propiedad, plaza de garaje y trastero;...
Parece con estas palabras que estoy juzgando a los que hacen todo esto (igual que me podrían juzgar a mí por otras cosas materiales que tengo y que las considero esenciales), pero lo que verdaderamente intento hacer es juzgar a toda una sociedad que como decía
Eduard Punset: "hemos invertido demasiado tiempo en televisores, lavavajillas y demás objetos materiales y demasiado poco en la verdadera felicidad". Juzgo a una sociedad que se ha engañado así mismo definiendo necesidad a todo objeto material que le apetecía tener en un momento determinado, quedándose con ello en un falso primer escalón de la
pirámide de Maslow. Y esta sociedad es tanto el que consume, el que vende, el gobierno que premia el consumo,...
Todos hablamos del consumo desaforado que estaba llevando la sociedad, pero seguimos consumiendo (los que podemos claro), somos conscientes del error, pero seguimos adelante, como el drogadicto que es consciente de lo que está haciendo pero no puede evitarlo. Algo así como una drogadicción colectiva de la que ahora mucha gente se ha tenido que desenganchar a la fuerza.
Dos formas veo de conseguir que la sociedad salga de este limbo de consumo.
La primera es que cada vez haya más gente que únicamente pueda aspirar a lo verdaderamente necesario, forma que no comparto ya no sólo por el sufrimiento de las personas sino también porque una vez que se salga de esta situación volveríamos a lo mismo o peor (algo típico en las adicciones).
La segunda forma es empezar a reflexionar cada vez que vayamos a adquirir un producto de consumo, evitando el autoengaño y poco a poco ir saliendo de este doloroso y falso
mundo feliz, de este
síndrome de diógenes consumista, para pasar de una vez a la siguiente fase en este juego que es la historia del ser humano, antes de que el "
game over" llegue sin haber descubierto las maravillas que nuestra especie es capaz de realizar.