13 octubre 2013

A 130

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Entre tanta vorágine de sucesos, uno que no se me pasa desapercibido, todavía no sé cuál es la razón, es la aprobación del aumento de velocidad permitida en algunas autovías a 130 km/h. Tengo que decir que soy un ferviente defensor de la libertad de las personas, y en este caso me gustaría defender que la gente pudiera hacer lo que quisiera sin poner en peligro a los demás.

Pero ahora paso por alto la libertad individual y pongo en relieve el beneficio de esta sociedad, y en este caso no hablaré del medioambiente que, por supuesto, también podría hacerlo.

Pónganse un momento en que son el Estado y que por alguna extraña razón ningún ministro, expresidente o dirigente de su gobierno tiene ningún interés ni relación con ninguna empresa petrolera ni de construcción. En este juego de suma 0 en el que estamos envueltos entre todos los países cualquier dirigente de este país vería lógico que la gente consumiera cuanto menos combustible mejor, porque aunque los impuestos recaudados se incrementarán por el aumento del consumo de combustible, estaremos aumentando la importación de un producto del que ya bastante dependiente somos, así que estratégicamente es una somera estupidez. 

Y como creo que este gobierno no es estúpido (incluido el señor Wert, que es el más malotes de todos) me da en la nariz que detrás hay un par de cosillas que no me huelen bien: La primera de ellas es bien sabida, intereses económicos por parte de amiguitos (no anhondaré en la cuestión); la segunda es más bien hablar de un modo de vida, de la necesidad que tenemos hoy en día de llegar a todos los sitios cuanto más rápido mejor. Sin duda esto nos lo impone cualquier modelo productivista, correr, correr y correr, y si llegamos los primeros mejor.

Decía Eduard Punset en su libro la fórmula de la felicidad que ésta no está en tener más, mejor y más rápido, de hecho hemos invertido demasiado tiempo en estas cosas. ¿Cuántas veces nos hemos encontrado con frases de filósofos y sabios que nos han dicho como ser felices y hemos hecho como sociedad todo lo contrario? Este es un ejemplo de ellos. Nos dicen que disfrutemos del viaje, que lo más importante muchas veces no es la meta alcanzada, es el camino hacia ella (v.g. la mítica frase de Gandhi "no hay camino para la paz, la paz es el camino"). Cuando decimos viajar ya no viajamos, es un llegamos completo, nos olvidamos de lo que verdaderamente es viajar, el recorrido hasta la meta, disfrutar de un camino que no conocemos, de aventuras, de gente,... Pero estamos en un momento en el que viajar es una pérdida de tiempo, ya como decía Momo: "hay que ganar tiempo para luego matarlo". Hablen con cualquier peregrino de Santiago y les dirán casi con total seguridad que lo más bonito del viaje no fue llegar a la Catedral de Santiago, fue sin duda las experiencias que tuvieron.

Ahora viajamos para producir, para consumir, para buscar una "falsa felicidad" que nos intentan imponer. De momento, si el gobierno toma la medida que yo considero estúpida de subir la velocidad a 130km/h, yo tomaré otra, será bajar mí velocidad máxima en 10km/h (hasta ahora viajaba a 100km/h, ahora viajaré a 90km/h) en aquellas autovías que ponga 130km/h, y a disfrutar del viaje.

2 comentarios :

Sam dijo...

Ahora vas a ir molestando a todos los camioneros. No tienes remedio.

lorenzo meler dijo...

Molestar ya les molesto, porque voy a 100 y te puedo asegurar que ellos ni los autobuses van a esa velocidad. Pero vamos, que me adelanten y ya está, les indicaré con las luces para que se metan cuando ya me hayan adelantado jejeje